CONTENIDO

• ¿Cómo nos afecta la falta de sol?
• Formas de lidiar con la tristeza otoñal

Con los últimos días de verano llega el tiempo en que los días se acortan, la temperatura cae drásticamente y el cielo primero se cubre de nubes de lluvia y luego de nubes de nieve. Afuera, frente a la ventana, oscurece a las 16 horas, aunque nos parece que no hace mucho tiempo era de día hasta al menos las 21 horas. Ahora pasaremos más tiempo en interiores. En el trabajo, en la escuela, usaremos más el coche o el transporte público. A veces sentimos un cansancio abrumador y falta de entusiasmo por las actividades cotidianas. Nos reímos un poco pensando que se trata de la famosa "depresión otoñal" y seguimos adelante. Sin embargo, la depresión estacional no es un mito y en lugar de sucumbir a ella, podemos intentar manejarla eficazmente.

¿Cómo nos afecta la falta de sol?

Durante cientos de años, nuestro ritmo de vida fue regulado de alguna manera por la naturaleza. Los horarios de trabajo dependían del clima. Cuando en la segunda mitad del año los días se acortaban y la cantidad de luz diurna disminuía, también disminuía la actividad humana. De esta manera, nuestra salud mental y física estaba conectada con el entorno natural. Hoy en día, este arreglo se ha alterado. Tenemos más obligaciones y la luz artificial nos permite estar activos a cualquier hora del día y del año. El segundo problema es que en otoño e invierno estamos expuestos a una deficiencia de vitamina D. Su síntesis en el cuerpo ocurre en la piel bajo la radiación solar. De esta manera, hasta el 90 % de esta vitamina se produce en nuestro cuerpo. Juega un papel muy importante. Influye, entre otras cosas, en el correcto funcionamiento del sistema inmunológico, muscular, hormonal y nervioso. En invierno, cuando no tenemos la posibilidad de aprovechar el sol tan a menudo como en verano, la vitamina D no se produce en cantidad suficiente, lo que conduce a síntomas como:

• Sensación de fatiga crónica,
• mayor susceptibilidad a infecciones,
• malestar y estado de ánimo depresivo,
• cambios cutáneos severos como urticaria, neurodermatitis,
• problemas para conciliar el sueño,

Formas de lidiar con la tristeza otoñal

Junto con la alimentación, aportamos mucho menos vitamina D de la que el cuerpo necesita para funcionar correctamente. Se encuentra principalmente en pescado de mar, aceite de hígado de bacalao, yema de huevo e hígado, pero no es suficiente. Por eso es necesario suplementar vitamina D en invierno. Se considera que la dosis promedio para un adulto es de 2000 UI por día. Sin embargo, si no estamos seguros de qué dosis es la mejor, podemos medir el nivel en el cuerpo y discutir los resultados con nuestro médico de cabecera, quien nos prescribirá la dosis adecuada.

El segundo punto importante es no abandonar el ejercicio. Aunque el clima afuera pueda parecer desalentador, vale la pena esforzarse y dedicar unos 30 minutos diarios, incluso para una caminata corta. El ejercicio promueve el bienestar. También los encuentros con amigos, las risas y las largas y cálidas conversaciones con un té de invierno reconfortante tienen un efecto beneficioso en nuestra psique. De vez en cuando, sin embargo, también podemos simplemente sucumbir a la melancolía perezosa del otoño-invierno, envolverse en una manta cálida y ver nuestra serie favorita. Recordemos que podemos considerar esta parte difícil del año como un momento de calma, desaceleración y reflexión.